viernes, 27 de febrero de 2009

Una historia de amor más (Parte V)





De repente unas pequeñas gotas que pasaron a ser una tromba de agua interrumpieron el relato de Laura. Ambos corrieron hacía el interior del restaurante y se quedaron allí unos instantes. Se miraron de arriba abajo y al observarse tan empapados de agua y con aquellas ropas tan elegantes pegadas a su cuerpo se rieron de lo ridículos que se sintieron.
-Creo que será mejor que paguemos la cuenta y nos vayamos ¿no? –dijo Álvaro cuando ya no pudieron reírse más.
-Esta bien… -se quedó callada durante unos instantes y tras estar segura de lo que iba a decir, continuó –si quieres puedes venir a mi casa.
Cuando llegaron a su casa fueron directamente al dormitorio. La danza se inició una vez más…. Sus ropas aún estaban mojadas pero eso no dificultó el que sus cuerpos se sintieran cálidos y antojosos de caricias en aquel momento en el que el cielo se encontraba totalmente encapotado y lo único que les permitiera fuera explorar a ciegas el cuerpo del otro. Unos leves suspiros en el oído del otro fueron suficientes para incitarlo a que se desprendiera de aquellas prendas que en aquel momento le parecieron tan incómodas e innecesarias como lo habrían sido en un caluroso día de verano.
Se tumbaron sobre aquel mullido colchón y Laura sintió los robustos brazos de él recorriendo su cuerpo, aprendiendo cada centímetro de él. A su vez notaba como su corazón y el de él se compaginaban en el latir, haciéndolo como si fueran uno solo.
Laura por primera vez en mucho tiempo sintió la flecha de Cupido atravesándola lentamente hasta llegar a su corazón y sonreír y sonrojarse como si aquella fuera la primera vez.
A la mañana siguiente Laura se despertó al notar que alguien jugaba con su pelo. Álvaro lo acariciaba y enredaba sus dedos en él mientras observaba el amanecer. Aún se divisaban en el horizonte los últimos cúmulos de nubes, y tras ellas se veía el suave resplandor del sol saliendo entre las montañas.
-¿Cómo es posible que puedas despertarte tan temprano? –le preguntó Laura.
-Es una costumbre que siempre he tenido, despertarme temprano para poder ver el amanecer. Creo que ya lo he hecho tantas veces que ya es mi cuerpo el que me obliga a despertarme para verlo.
Cuando ya el sol comenzó a elevarse poco a poco y a perder la majestuosidad que había mostrado momentos antes, ambos se levantaron y se dirigieron a la cocina para desayunar.
Laura puso la cafetera mientras Álvaro se apoyaba en la encimera y la seguía con la mirada. Cuando ella se dio cuenta de esto le preguntó -¿Qué es lo que miras tanto?
A lo que él respondió –Estoy esperando a que me sigas contando tú historia.
Ella una vez sonrió irónicamente. -¿Por qué te interesa tanto saberlo? No entiendo como te puede interesar hablar sobre mis experiencias con otros hombres. ¿Acaso eso no te… molesta de alguna manera?
Él negó con la cabeza. –Ellos forman parte de tu pasado pero lo que cuenta es que ahora soy yo el que esta contigo, no ellos ¿no? Además ya te dije que tenía interés por saber porque te encontrabas así.

***

Finalmente un día me llamó para que quedásemos para hablarlo que lo sentía. En aquel momento todos mis males se disolvieron y fueron sustituidos por la ansiedad, la ansiedad de poder arreglarlo todo porque era algo que realmente me hacía falta a mí.
Finalmente todo se arregló pero, una vez más, los problemas nos siguieron el rastro y nos encontraron.
Ahora el problema era que nos veíamos muy poco. Con suerte tal vez una vez a la semana. Esto para mí era insuficiente y se lo dije, a lo que él me contestó que no sabía que a mí me gustara tanto hablar con él. Esta frase me dejó algo… fuera de combate porque fue una manera de decir que realmente no sabía lo fuerte que eran mis sentimientos hacía él.
Tras decirme esto le dije claramente que si él no sentía lo mismo que yo que me lo dijera, que no me enfadaría ni molestaría ni mucho menos.
Me respondió diciéndome que no debía sentirme mal por él, que no lo merecía y yo le contesté diciéndole claramente que si lo merecía ya que cuando una persona te hace sufrir es que realmente te importa y esta claro que después de los malos momentos que recientemente había vivido, él me importaba, y mucho.
Tras aquél día estuve dos semanas enteras sin verle, sin hablar con él. De nuevo lo pasé mal, como estarás viendo pasé muchísimos más malos momentos que buenos pero bueno ¿Acaso no es eso el amor?, yo la verdad es que no lo sé ya que solo he tenido unas pocas experiencias y bueno, todas acabaron de la misma manera, mal.
Por fin descubrí que era lo que pasaba, el porqué de todo aquel misterio. Mientras leía un libro que me acababa de comprar caí en la cuenta de algo. Algo que se me había pasado por la cabeza de manera fugaz, fugaz pero insistente.
A la protagonista del libro le pasaba algo parecido a lo que me pasaba a mí. Se consideraba inútil y cuando un chico muy guapo y… completamente perfecto se fijó en ella no terminó de creérselo, pensaba que era demasiado para ella. Hasta este punto lo consideré bastante parecido a lo que me ocurría a mí. Sin embargo por azares del destino finalmente el chico le dijo que no le convenía estar con él, y que él se iría y sería como si nunca hubiera existido en su vida. Cuando leí estas líneas algo hizo que me detuviera, que no siguiera leyendo, que me detuviera un momento a pensar esas palabras. Y caí en la cuenta. Siete segundos, siete segundos de profunda agonía en los que mi corazón paró de latir, precedidos de quince segundos en los lentamente fui dándome cuenta de la verdad.
¿Y si había decidido que lo mejor era que dejásemos de vernos? Que no nos conveníamos y que aquello tendría un desenlace no demasiado bueno.
A continuación de eso, seguí pasando las páginas del libro: Octubre, Noviembre, Diciembre y Enero. Al pasar estas páginas noté una vez más que era una especie de señal, lo que verdaderamente no sabía como interpretarla, o mejor dicho, no quise saber interpretarla.
En aquel momento la lección principal que saqué de aquello fue que cuando estés enamorado y veas a tu pareja tienes que comportarte con ella como si fuera la última vez que fueras a verla, cómo si todo fuera a acabar espontáneamente sin previo aviso.
Y también aprendí que a veces la verdadera felicidad radica en la completa ignorancia.

***

-¿Y ahí acabó todo? –preguntó él.
-No, todavía queda mucho que contar. –De nuevo Laura sonrió, -Tal vez lo mejor hubiera sido que hubiese acabado ahí.
-¿Por qué?
-Porque no sé si lo que vino luego acaso mereció la pena. Siempre me trajo más mal que bien.
-Pero por lo menos tuviste la oportunidad de disfrutar del amor. Muchas personas pasan una vida entera buscando ese sentimiento y nunca lo encuentran.
-A veces no todo es tan hermoso como lo pintan. –De nuevo ella calló durante un breve instante y luego prosiguió, -Una vez mantuve una conversación con una amiga sobre el amor. Mi amiga defendía el hecho de que era patético el basar la felicidad propia en una persona pero a mi parecer eso es el verdadero amor, un sentimiento tan fuerte que hace que sientas… creo que es casi imposible el describir esa sensación, aún más indescriptible es la sensación que se siente al simplemente tocar al ser amado. Pero también esta aquella parte en la que, tal y como decía mi amiga, era algo triste el basar la felicidad en una persona porque cuando esta persona desaparece ¿Qué te queda?
A lo que él respondió rápidamente –Siempre te quedará el recuerdo de aquellos días en los que fuiste feliz, aunque fueran pocos.
Ella hizo oídos sordos y continuó contando su historia.

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