sábado, 28 de febrero de 2009

Una historia de amor más (Parte VI)



***

Tras todo aquello la navidad se acercaba a medida que los días de Diciembre se deslizaban lentamente.
Un día no pude aguantarlo más y decidí mandarle un mensaje. Aún puedo recordar las palabras exactas.
Hola.
Bueno verdaderamente no sé muy bien como empezar esto pero intentare ser lo más clara posible.
Pero lo que me ronda continuamente por la cabeza es la idea, el saber porque has decidido que ya no quieres nada más conmigo.
Lo que me ha molestado no es que hayas decidido pasar de mi si no que ni siquiera me hayas dado una buena razón.
Espero que todo esto no haya sido un juego con el que pasar el rato ya que hay muchas cosas que querría preguntarte pero al no querer hablar no me puedes dar una contestación.
Por lo menos espero que decidas responderme, o espero que podamos hablar y dejar las cartas sobre la mesa de una vez.

Esperando tu contestación
Pocos días después leí el correo de contestación pero no me lo envió a mí sino a una amiga mía, al persona que nos presentó. El por qué de que hiciera eso es aún un misterio para mí.
Hola
No se muy bien por donde empezar, tampoco se muy bien si debería mandar este correo....creo que no debo, pero me arriesgare a las consecuencias te lo mando a ti y no a Laura por que me parece más adecuado, si quieres no tienes por que contestarme, ni tienes que decirle que te he hablado. Haz lo que tú veas mas adecuado, seguro que lo harás.
No pude evitar el escribir este correo, después de haber leído el que me mando Laura. No sé si sabes de la existencia de ese correo, pero por si acaso te diré que en él, Laura decía que quería dejar las cosas claras, cosa que me parece muy normal. Supongo que no estará muy bien, no sé muy bien como seguir esto....porque no sé muy bien que decirte. No he hablado en este tiempo con ella porque creo que es mejor que Laura y yo dejemos de vernos antes de que vaya a más. El gran problema y la causa de todo esto es que me voy de la ciudad y no sé cuando podré volver aquí, quizás en verano, no lo sé, y así no se puede llevar una relación, todos me lo han dicho, y me han hecho pensar mucho, y sé que no se puede, la verdad es que me hubiera gustado mucho ser aunque sea amigo de Laura, pero no sé si hubiera podido, por lo menos por mi parte me hubiera encantado intentarlo, no sé lo que pensara ella supongo que diría que no. Estoy seguro de que ella algún día encontrará a un chico, que la quiera y la trate como se merece, porque se merece lo mejor, y yo no puedo dárselo yéndome. Si ves conveniente decirle esto que te estoy diciendo, de parte mía, hazlo. Una cosa más que quiero que sepas, aunque no sé lo digas a Laura, estos días han sido los mas largos de mi vida, y la quiero mucho, no te puedes imaginar cuanto. Creo que es mejor que no le digas eso. Quizás sea mejor que no lo sepa, quizás así se le haga mas fácil. Besos, y espero que te vaya muy bien y que también le vaya muy bien a ella.
Cuando mi amiga me contó eso creo que está claro que no me quedé quieta, en seguida le envié otro mensaje.
Hola.
Como era de esperar ella me contó lo del mensaje. ¿Por qué no me lo mandaste a mí?
Verdaderamente ya suponía que las cosas acabarían así pero ya te lo dije una vez, que si por cualquier cosa, que si porque tú no querías, porque yo no quisiera o lo que fuera yo hubiera aceptado que al final solo fuéramos amigos.
¿De verdad crees que es mejor dejarlo así? Aunque no lleguemos a nada serio por lo menos ser simplemente amigos.
En fin, si verdaderamente ves que no podemos ser amigos pues... nada que se le va a hacer pero ya sabes, por mi parte la puerta esta abierta a la amistad. Como tú veas, pero por favor, la próxima vez contéstame a mi, no a los demás.

Tras mandar este mensaje sentí algo más de calma pero seguía en tensión. Notando cada latido que daba mi corazón, cada vez que bombeaba la sangre por todo mi cuerpo.
Más o menos unos diez minutos más tarde recibí la respuesta a mi mensaje.

Supuse que ella te diría que le mande un correo. Me alegro que no estés tan enfadado conmigo como para no ser ni mí amigo...pero debes saber que no va a ser fácil, por lo menos por mi parte....puede que sin querer diga algo que no quiero...o bueno...quizás pueda aguantarme. Pero la verdad es que me gustaría intentarlo aunque sea ¿Que te parece?

De nuevo comenzamos a vernos y quedar simplemente como meros amigos. Sin embargo esta nueva… “amistad” comenzó mal por mi parte ya que nada más volver a verle me invadió la felicidad que solo él conseguía arrancarme volvió a aparecer.
Estuvimos hablando sobre los motivos por los cuales había decidido dejar de hablarme.
Antes de preguntarle el porqué de que hubiera desaparecido ya sabía la respuesta.
Pensaba que era lo mejor para los dos ya que lo nuestro era algo casi imposible ya que las posibilidades de que nos siguiéramos viendo tras su marcha eran muy remotas.
Tras solucionarlo todo me dijo algo que hasta ahora, recuerdo nítidamente.

Le dije –Lo que espero es que no vuelvas a huir.
A lo que él contestó –Yo también lo espero, pero si lo hago....no me dejes ¿vale? Porque después me arrepentiré y... quizás sea demasiado tarde.....

***

Laura sonrió. Finalmente todos aquellos recuerdos estaban despertando su nostalgia.
-Ahora es cuando llega el clímax de la historia. El momento que jamás, jamás en toda mi vida podré olvidar. La primera vez que me declaré.

viernes, 27 de febrero de 2009

Una historia de amor más (Parte V)





De repente unas pequeñas gotas que pasaron a ser una tromba de agua interrumpieron el relato de Laura. Ambos corrieron hacía el interior del restaurante y se quedaron allí unos instantes. Se miraron de arriba abajo y al observarse tan empapados de agua y con aquellas ropas tan elegantes pegadas a su cuerpo se rieron de lo ridículos que se sintieron.
-Creo que será mejor que paguemos la cuenta y nos vayamos ¿no? –dijo Álvaro cuando ya no pudieron reírse más.
-Esta bien… -se quedó callada durante unos instantes y tras estar segura de lo que iba a decir, continuó –si quieres puedes venir a mi casa.
Cuando llegaron a su casa fueron directamente al dormitorio. La danza se inició una vez más…. Sus ropas aún estaban mojadas pero eso no dificultó el que sus cuerpos se sintieran cálidos y antojosos de caricias en aquel momento en el que el cielo se encontraba totalmente encapotado y lo único que les permitiera fuera explorar a ciegas el cuerpo del otro. Unos leves suspiros en el oído del otro fueron suficientes para incitarlo a que se desprendiera de aquellas prendas que en aquel momento le parecieron tan incómodas e innecesarias como lo habrían sido en un caluroso día de verano.
Se tumbaron sobre aquel mullido colchón y Laura sintió los robustos brazos de él recorriendo su cuerpo, aprendiendo cada centímetro de él. A su vez notaba como su corazón y el de él se compaginaban en el latir, haciéndolo como si fueran uno solo.
Laura por primera vez en mucho tiempo sintió la flecha de Cupido atravesándola lentamente hasta llegar a su corazón y sonreír y sonrojarse como si aquella fuera la primera vez.
A la mañana siguiente Laura se despertó al notar que alguien jugaba con su pelo. Álvaro lo acariciaba y enredaba sus dedos en él mientras observaba el amanecer. Aún se divisaban en el horizonte los últimos cúmulos de nubes, y tras ellas se veía el suave resplandor del sol saliendo entre las montañas.
-¿Cómo es posible que puedas despertarte tan temprano? –le preguntó Laura.
-Es una costumbre que siempre he tenido, despertarme temprano para poder ver el amanecer. Creo que ya lo he hecho tantas veces que ya es mi cuerpo el que me obliga a despertarme para verlo.
Cuando ya el sol comenzó a elevarse poco a poco y a perder la majestuosidad que había mostrado momentos antes, ambos se levantaron y se dirigieron a la cocina para desayunar.
Laura puso la cafetera mientras Álvaro se apoyaba en la encimera y la seguía con la mirada. Cuando ella se dio cuenta de esto le preguntó -¿Qué es lo que miras tanto?
A lo que él respondió –Estoy esperando a que me sigas contando tú historia.
Ella una vez sonrió irónicamente. -¿Por qué te interesa tanto saberlo? No entiendo como te puede interesar hablar sobre mis experiencias con otros hombres. ¿Acaso eso no te… molesta de alguna manera?
Él negó con la cabeza. –Ellos forman parte de tu pasado pero lo que cuenta es que ahora soy yo el que esta contigo, no ellos ¿no? Además ya te dije que tenía interés por saber porque te encontrabas así.

***

Finalmente un día me llamó para que quedásemos para hablarlo que lo sentía. En aquel momento todos mis males se disolvieron y fueron sustituidos por la ansiedad, la ansiedad de poder arreglarlo todo porque era algo que realmente me hacía falta a mí.
Finalmente todo se arregló pero, una vez más, los problemas nos siguieron el rastro y nos encontraron.
Ahora el problema era que nos veíamos muy poco. Con suerte tal vez una vez a la semana. Esto para mí era insuficiente y se lo dije, a lo que él me contestó que no sabía que a mí me gustara tanto hablar con él. Esta frase me dejó algo… fuera de combate porque fue una manera de decir que realmente no sabía lo fuerte que eran mis sentimientos hacía él.
Tras decirme esto le dije claramente que si él no sentía lo mismo que yo que me lo dijera, que no me enfadaría ni molestaría ni mucho menos.
Me respondió diciéndome que no debía sentirme mal por él, que no lo merecía y yo le contesté diciéndole claramente que si lo merecía ya que cuando una persona te hace sufrir es que realmente te importa y esta claro que después de los malos momentos que recientemente había vivido, él me importaba, y mucho.
Tras aquél día estuve dos semanas enteras sin verle, sin hablar con él. De nuevo lo pasé mal, como estarás viendo pasé muchísimos más malos momentos que buenos pero bueno ¿Acaso no es eso el amor?, yo la verdad es que no lo sé ya que solo he tenido unas pocas experiencias y bueno, todas acabaron de la misma manera, mal.
Por fin descubrí que era lo que pasaba, el porqué de todo aquel misterio. Mientras leía un libro que me acababa de comprar caí en la cuenta de algo. Algo que se me había pasado por la cabeza de manera fugaz, fugaz pero insistente.
A la protagonista del libro le pasaba algo parecido a lo que me pasaba a mí. Se consideraba inútil y cuando un chico muy guapo y… completamente perfecto se fijó en ella no terminó de creérselo, pensaba que era demasiado para ella. Hasta este punto lo consideré bastante parecido a lo que me ocurría a mí. Sin embargo por azares del destino finalmente el chico le dijo que no le convenía estar con él, y que él se iría y sería como si nunca hubiera existido en su vida. Cuando leí estas líneas algo hizo que me detuviera, que no siguiera leyendo, que me detuviera un momento a pensar esas palabras. Y caí en la cuenta. Siete segundos, siete segundos de profunda agonía en los que mi corazón paró de latir, precedidos de quince segundos en los lentamente fui dándome cuenta de la verdad.
¿Y si había decidido que lo mejor era que dejásemos de vernos? Que no nos conveníamos y que aquello tendría un desenlace no demasiado bueno.
A continuación de eso, seguí pasando las páginas del libro: Octubre, Noviembre, Diciembre y Enero. Al pasar estas páginas noté una vez más que era una especie de señal, lo que verdaderamente no sabía como interpretarla, o mejor dicho, no quise saber interpretarla.
En aquel momento la lección principal que saqué de aquello fue que cuando estés enamorado y veas a tu pareja tienes que comportarte con ella como si fuera la última vez que fueras a verla, cómo si todo fuera a acabar espontáneamente sin previo aviso.
Y también aprendí que a veces la verdadera felicidad radica en la completa ignorancia.

***

-¿Y ahí acabó todo? –preguntó él.
-No, todavía queda mucho que contar. –De nuevo Laura sonrió, -Tal vez lo mejor hubiera sido que hubiese acabado ahí.
-¿Por qué?
-Porque no sé si lo que vino luego acaso mereció la pena. Siempre me trajo más mal que bien.
-Pero por lo menos tuviste la oportunidad de disfrutar del amor. Muchas personas pasan una vida entera buscando ese sentimiento y nunca lo encuentran.
-A veces no todo es tan hermoso como lo pintan. –De nuevo ella calló durante un breve instante y luego prosiguió, -Una vez mantuve una conversación con una amiga sobre el amor. Mi amiga defendía el hecho de que era patético el basar la felicidad propia en una persona pero a mi parecer eso es el verdadero amor, un sentimiento tan fuerte que hace que sientas… creo que es casi imposible el describir esa sensación, aún más indescriptible es la sensación que se siente al simplemente tocar al ser amado. Pero también esta aquella parte en la que, tal y como decía mi amiga, era algo triste el basar la felicidad en una persona porque cuando esta persona desaparece ¿Qué te queda?
A lo que él respondió rápidamente –Siempre te quedará el recuerdo de aquellos días en los que fuiste feliz, aunque fueran pocos.
Ella hizo oídos sordos y continuó contando su historia.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Una historia de amor más (Parte IV)



Unos golpes en la puerta de la casa despertaron a Laura de su plácido sueño a la mañana siguiente. Cuando abrió la puerta se encontró a un repartidor con un enorme ramo de violetas. Lo cogió, le dio una pequeña propina al repartidor y leyó la tarjeta que había escrita:

Déjame hacerte creer de nuevo.

Laura sonrió de nuevo para sí. Ahora todo su negativismo la abandonó dejando paso a una oleada de esperanza. ¿Existían aún los príncipes azules? ¿Sería el suyo Álvaro?
A las once de la mañana la intermitente señal del teléfono sonaba en la casa de Álvaro.
-¿Si, dígame?
-¿Qué te parece vernos el viernes por la noche?
Álvaro sonrió mientras escuchaba aquellas palabras.
-No sé si podré esperar tanto para verte, pero lo intentaré.
Por fin llegó el viernes y pudieron verse. A diferencia de toda la semana aquella noche la luna lo iluminaba todo. No se vislumbraba una sola nube en el horizonte y la noche era suya, suya para iluminarla con su blanco esplendor.
Se vieron en un restaurante que se encontraba en lo alto de una colina y algo alejado de la ciudad pero la verdad es que merecía la pena ya que sin tanta luz como producía la ciudad podían verse las estrellas perfectamente.
Aquella noche se había rizado sus pelos, haciendo que pequeños bucles de pelo cayesen por su cuello y su espalda, y se había puesto aquel vestido blanco abierto por la espalda y que le llegaba por los tobillos y que todo el mundo le decía que le quedaba muy bien. Se había puesto unos pendientes no muy largos de plata y se había pintado con colores no muy fuertes, no le gustaba destacar por ellos, más bien le gustaba destacar por su propia belleza.
Entró en el restaurante y preguntó por su mesa, se dirigió hacía la terraza y allí estaba esperándole él, tan arreglado, con sus perfectas facciones, su perfecto pelo y aquellos ojos que la observaban de arriba abajo mostrando una gran sorpresa que se tradujo en su boca por una grata sonrisa.
-Vaya, nunca pensé que pudieras estar aún más hermosa –dijo él mientras se levantaba para darle un par de besos aunque tuvo que aguantar el impulso de besarla apasionadamente en la boca cuando sus labios rozaron la mejilla de Laura.
Los primeros minutos pasaron rápidamente a pesar de que ambos estuvieron callados, sonriendo, y mirándose fijamente mientras no podían eliminar aquella sonrisa de sus respectivas caras.
-Veo que al final conseguí hacerte cambiar de opinión –dijo él mientras se regocijaba para sus adentros.
Ella simplemente sonrió como respuesta.
El tiempo ahora, por el contrario, pasó lentamente. No hablaban porque realmente no sabían de que hablar.
-¿Te puedo hacer una pregunta personal? –dijo finalmente Álvaro.
Ella asintió.
-¿Por qué me dijiste que tenías una falta de fe? ¿Qué es lo que te pasó para que digas eso?
Esta vez ella sólo sonrió levemente, con ironía. ¿Cuantas veces debería contar aquella historia?, Tal vez esta fuera la última vez que debía de hacerlo.
-¿Por qué te interesa?
-Porque siempre me interesa conocer la historia de las personas con las que estoy –le cogió la mano y la miró con ojos suplicantes.
-Esta bien….

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Bueno, esta historia comienza un trece de Agosto, tres días antes de mi cumpleaños. Ya fuera por suerte o por desgracia del destino acabé conociendo a alguien por parte de una amiga. Esta persona parecía hecha para mí, mis mismos gustos, un tipo de personalidad que adoraba y un físico igualmente espectacular, creo que aún me cuesta creer que llegara a conocer a una persona que, aunque solo fuera aparentemente, tuviera todas las cualidades de la persona que siempre he buscado.
En simplemente tres días esa relación amistosa torno en amorosa aunque realmente creo que nunca fue amistosa.
Cuando hablábamos nos mostrábamos como personas tímidas pero que cuando llevábamos un cierto tiempo hablando comenzábamos a soltarnos. Se mostraba como una persona gentil, sincera y honesta.
El día de mi cumpleaños pasó rápidamente acompañado de una cena con los amigos en la que eche en falta a alguien aún más especial que ellos.
Para desgracia mía tuve que irme de viaje durante diez días en los que pensé continuamente si él habría conocido a alguien nuevo. ¿Pero verdaderamente cómo podía sentir algo por una persona a la que realmente no sabía si conocía? No sabía si verdaderamente me había enamorado de una persona fingida o de una persona real.
Cuando volví de mi viaje continuamos viéndonos y quedando, aún “como amigos”, aunque estaba bien claro lo que ambos sentíamos el uno por el otro.
Un día mientras caminaba por la calle le ví tonteando con otra chica y te juró que en ese momento me entró… no sé ni como explicarlo pero te diré simplemente que me sentí como si me hubiera tragado una copa de cristal que rasgara mis entrañas. Cuando un par de días más tarde hablamos le reproché que estuviera tonteando con esa chica. Él me dijo que yo no tenía ningún derecho a decirle aquello, que no éramos novios ni nada parecido, que me mantuviera al margen porque yo no tenía ningún lazo especial con él. En ese momento no recuerdo muy bien que fue lo que se me pasó por la cabeza solo sé que en ese momento sentí un profundo dolor en el pecho y supe que por fin entendí el significado de la expresión Que te rompan el corazón. Siempre lo había tomado como una manera demasiado exagerada de describir el amor sin embargo en aquel momento no me pareció así. Me di la vuelta y me marché con el corazón encogido en un puño.
Aquella noche lloré y lloré pero no conseguía eliminar aquel sentimiento de dolor que me carcomía en mi interior haciendo que me retorciese y pidiera que aquello terminara. Me sentía como si me hubieran seccionado parte del corazón y lo hubieran dejado abierto, sangrando, muriéndose. Finalmente conseguí dormir aún con las pestañas mojadas por las últimas lágrimas vertidas.
A la mañana siguiente me sentí mucho mejor aunque eso no eliminaba el sentimiento de vacío que había en mi interior, creciendo cada vez más.
Los días pasaron y pasaron y yo me sentía cada vez más carente de vida, manejada como una marioneta

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martes, 24 de febrero de 2009

Una historia de amor más (Parte III)



Se quedaron de nuevo en silencio un breve momento hasta que Laura rompió el silencio.
–Tienes una casa muy bonita. ¿La has decorado tú?, ¿O… tal vez tú novia? -dijo ella muy perspicazmente.
-No, soy soltero, la casa la decoré yo solo, y gracias, es un halago que una chica tan guapa como tú me diga eso –de nuevo sonrió y las defensas de Laura volvieron a caer. Se mantuvieron así, entre silencios incómodos y conversaciones estúpidas hasta que por fin llegó la hora de comenzar la clase, la cual fue mucho más interesante de lo que ella se esperaba.
-… los personajes no deben ser personajes carentes de vosotros, tienen que ser una extensión de vuestro propio ser, tienen que tener un toque personal que los diferencia a la hora de actuar de lo que otros harían ya que sino todos los personajes serían iguales y la literatura carecería de interés personal –aquella fue la frase con la que acabó la clase.
Laura no pudo apartar su mirada de la de Álvaro durante toda la clase, al igual que a intervalos Álvaro la miraba fijamente y sonreía. Se levantó y se acercó para despedirse –Ha sido una clase muy interesante y… -no supo como continuar la frase –bueno, pues… entonces ya nos veremos el miércoles a última hora. Hasta luego.
-Hasta luego y… gracias –dijo él a su vez mientras le sonreía de nuevo.
Cuando Laura fue a salir a la calle se dio cuenta de que estaba lloviendo y de que no tenía paraguas, generalmente eso no le abría importando pero la manera en que llovía, tal que ni siquiera podía siquiera ver el edificio de enfrente, hizo que prefiriese quedarse esperando dentro del portal. Paso el tiempo y no paraba de cesar la lluvia, por fin se decidió a salir pero entonces una voz la llamó.
-¿Todavía estás ahí? –Álvaro bajaba por las escaleras con una bolsa de basura.
-Si, es que… no he traído paraguas y estoy esperando a ver si para un poco de llover.
Él asintió y a continuación se acercó a ella y le preguntó -¿Hacía donde vas?
-Pues… -se había quedado en blanco –a por mi coche, que está a unas dos calles de aquí.
-Bueno… espera un momento –soltó la bolsa de basura en el contenedor del portal y subió escaleras arriba a toda prisa. Unos segundos más tarde se encontraba de nuevo en el portal.
–Aquí tienes, –dijo mientras le tendía un paraguas, –pero devuélvemelo la próxima vez eh?
-No, gracias pero… no quiero molestarte ni nada, esperare, además seguro que luego te hará falta y no lo tendrás-.
-Esta bien, entonces te acompañare.
Abrió su paraguas, la atrajo hacía si y ambos salieron hacia la lluvia, que golpeaba el paraguas fuertemente.
-¿Dónde está? –le preguntó él, siempre risueño.
-Pues… -Laura le fue indicando el camino bajo aquella tormenta, -¿Pero tú no tienes clase ahora?
-No, doy una hora si y otra no, para prepararme la siguiente clase.
Ambos sonrieron y continuaron andando bajo la lluvia hasta llegar al coche.
-Bueno, gracias y, perdona por haberte molestado –dijo Laura de nuevo ruborizada.
-No me has molestado en absoluto. Además… esto no lo hago por cualquiera –sus ojos adquirieron un brillo especial que hizo que Laura no pudiera decir ninguna palabra.
-De nuevo gracias y… perdona, aunque no te haya molestado –dijo ella cuando se encontró de nuevo en su cuerpo. Metió la mano en su bolso y sacó las llaves, con las que abrió la puerta. Cuando se montó en el coche le echo una última mirada y le dedicó una sonrisa que él correspondió con otra suya.
Cuando llegó a su casa no pudo sino saltar de alegría y sonreír, sonreír todo lo que pudiese. Sin embargo se detuvo durante un instante y se puso a pensar, no podía volver a caer en lo mismo, no podía volver a caer en las redes de otro hombre que la engañase de nuevo pero… es que parecía tan perfecto…
A pesar de esos pensamientos lo único en lo que pensó fue en su cara, tan perfectamente definida y con esos rizos…
Cuando llegó el miércoles de nuevo estaba lloviendo. Ella sonrió acordándose de lo ocurrido dos días antes. Subió al piso y tocó la puerta. Él la abrió y al verla de nuevo le mostró aquella hermosa sonrisa.
–Vaya, has llegado cinco minutos antes.
-Oh bueno –ella sonrió estúpidamente –esperaré abajo a que sea la hora.
-No, no. Pasa por favor –le dijo él.
-Esta bien. Por cierto, gracias por lo del otro día, si no hubiera sido por ti tal vez habría estado esperando un par de horas ahí abajo.
-No hay de que.
A pesar de que ella llegó cinco minutos antes no pudieron estar mucho tiempo solos ya que el segundo alumno llegó también un poco antes de la hora, lo cual Laura maldijo.
Cuando estuvieron todos comenzó la clase.
-Bueno, bienvenidos a todos. Hoy comenzaremos hablando de lo que es el amor. Comenzaremos describiéndolo. Amar es necesitar estar con otra persona. Pero claro, hay muchos tipos de amor, el fraternal, el maternal pero el que a nosotros nos interesa es el amor sensual, aquel que estimula los sentidos hasta llegar a tal punto que hace que necesites poseer a otra persona, en cierto sentido, hace que sientas la necesidad de que esa persona te pertenezca. Bueno, esa es mi definición del amor, cada uno puede tener una y por eso, quiero que me deis vuestras definiciones –y justamente en ese momento miró a Laura, quién rezó a todas las vírgenes para que no le preguntase a ella, –Laura, ¿Quieres empezar tú?
-Bueno… pues yo… la verdad es que… no tengo una definición muy distinta de la que tienes tú la verdad.
-Vaya, muy breve ¿no? –dijo él –Pero bueno….
La clase continuó y Laura se sintió como una estúpida por haber dicho eso.
Cuando se terminó y todos se hubieron marchado esta vez fue Álvaro quién se acercó a ella y la miró a los ojos delatando de nuevo aquel brillo, -¿De verdad tienes mi misma definición o solo fue una manera rápida de eludir mi pregunta?
-No, en serio, es que pienso igual que tú con respecto a eso-.
Él la miró de nuevo con sus penetrantes ojos, que por primera vez se volvieron inquisidores –Esta bien, solo quería saberlo-.
Se despidieron y ella se marchó. Una vez en el portal abrió su paraguas y salió pero cuando se disponía a irse Álvaro la llamó.
-¡Espera! –la cogió por el brazo y la atrajo hacia si. –Verás… no me gustaría tener que pasar media semana entera sin verte.
Sus ojos delataron su inseguridad. –O sea que… ¿Te gustaría que fuéramos alguno de estos días a cenar?
Ella sonrió en un principio, pero sus labios se pusieron tensos. No podía volver a caer de nuevo en eso, para que la engañaran, para que ella volviera a ser la estúpida que caía en las redes de un hombre que la engañaría de nuevo.
Antes de que pudiera decirle que sentía no poder quedar con él, elevó su mentón con uno de sus dedos y acarició suavemente sus labios con los suyos provocando un efecto electrizante en su cuerpo. Volvió a acariciarlos de nuevo pero esta vez la besó de verdad. Bajo la lluvia. Reflejando su beso en millones de cristales que componían aquella lluvia que caía a su alrededor y le daba un efecto más romántico a todo aquello. Finalmente Laura soltó el paraguas, el cual cayó al suelo haciendo que ambos se empapasen de agua, y acarició los húmedos rizos de él con sus manos mientras él tocaba sus caderas como antes había dicho en su clase, con deseo. Con el deseo de hacerla suya, sola y plenamente suya.
Cuando se separaron estaban completamente mojados, se miraron fijamente y luego ella lo miró de nuevo y le dijo –Yo… lo siento pero es que… no puede ser. No es que no me gustes, ni que no seas guapo o… pero es que… no puede ser lo siento.
Los ojos de Álvaro reflejaron la decepción que sintió en su interior con esa respuesta pero en su cara no se mostró nada, –Esta bien, no pasa nada. Perdona por abordarte así.
-No pasa nada, en serio –dijo ella separándose de él.
Su pelo estaba empapado y las gotas chorreaban por su cara formando un número ilimitado de ríos. Antes de marcharse dijo una última cosa, y esta vez la mirada de Álvaro no pudo derrumbarla.
–Por cierto, es verdad que estoy de acuerdo contigo en eso del amor. Creo que siempre hay que tener fe en el amor pero… yo ahora mismo atravieso una etapa en la que no puedo creer en nada de eso. Compadezco a aquellos que no ven las cosas tan claras como yo pero a la vez me compadezco de mi misma al saber que no puedo ver ahora mismo las cosas como las ven ellos porque no tengo fe en el amor.
Dio media vuelta y se marchó, acompañada por la lluvia y la oscuridad, crueles testigos del desamparo de los enamorados. Aquella noche no todas las gotas que cayeron fueron de la lluvia, algunas fueron tristes lágrimas de plata vertidas por la luna, espectadora del teatro de los amantes.
Cuando llegó a su casa Laura se desnudó y se dio un baño de agua caliente. Allí estaba ella, sola, desnuda, metida en una bañera de agua caliente mientras escuchaba el repiquetear de la lluvia contra los cristales, sola, sola, sola… aquella era la palabra clave. Estaba sola, realmente quería a Álvaro, ¿o no?, ya no podía fiarse de sus sentimientos pero él parecía tan galante y tan buena persona…. De repente una luz cegadora seguida de un trueno hizo que la luz en la casa desapareciese. Ahora además, estaba sumida en la oscuridad. Sumida en la oscuridad de la ignorancia y de la falta de fe.

viernes, 20 de febrero de 2009

Una historia de amor más (Parte II)


Aquella noche fue una de las más extrañas de Laura, dio vueltas continuamente en la cama, acariciando a la persona invisible que se encontraba junto a ella, derramando unas pequeñas lágrimas debido a que él no estuviera allí esa noche, y porque no lo estaría nunca más.
Pasaron los meses y ella continuó sin encontrar a nadie y sin querer hacerlo. Si una persona con la que se suponía que debía de tener una confianza total y recíproca la engañaba, ¿En quién podría confiar de esa manera?
Una mañana de Septiembre, Laura se despertó con un extraño presentimiento que ni siquiera ella sabía que significaba. Se levantó y cogió el periódico del día anterior, el cual no había leído, mientras tomaba su té. Le gustaba mucho leer las columnas de opinión, era su parte favorita del periódico. Mientras pasaba las páginas se fijó en un pequeño anunció que se encontraba en la parte baja de los Clasificados. Era un anuncio sobre un curso para mejorar el talento creativo en cuanto a la literatura.
Ella era gran aficionada a la literatura, tanto si leía como si era ella misma quién escribía sus propias historias. Sin embargo nunca se había considerado lo bastante buena como para escribir algo que fuera lo suficientemente bueno como para ser publicado.
Aquel taller se hacía en un piso del centro de la ciudad, no era demasiado caro y no le ocuparía demasiado tiempo. Sería una buena idea mantenerse ocupada con eso. Aparte de que le impediría pensar demasiado en Julio le serviría para mejorar como escritora.
A la mañana siguiente llamó al número de teléfono que aparecía en el anuncio y le respondió una voz suave pero masculina.
-¿Si?
-Hola, verá, me gustaría apuntarme al taller sobre literatura y me gustaría informarme sobre las horas, el horario….
-Esta bien, si quiere puede pasarse por aquí esta misma tarde sobre las cinco y media y, si le convence, podrá entrar a su primera clase una hora más tarde.
-Muy bien allí estaré, gracias.
-A usted.
Aquella tarde el sol se vio invadido por una espesa capa de nubes que encharcaron con sus aguas la ciudad completamente.
Cuando Laura llegó al piso tocó a la puerta y esperó a que le abrieran. Cuando abrieron fue como si el tiempo se detuviera un microsegundo. Un hombre de unos veinticinco años había abierto la puerta. Los cortos rizos de color castaño coronaban aquella cabeza, en la cual lo primero en que se fijó Laura fueron sus penetrantes ojos verdes y luego en su pelo, del resto de la cara ni se dio cuenta.
-Pasa –dijo él echándose a un lado y dejándole espacio.
Laura por fin volvió en si y pasó al interior –Gracias.
El hombre la condujo a lo que debía ser su estudio, ya que aquello era una casa no un piso exclusivamente para dar clases.
Cuando se sentó, Laura no podía evitar mirarle a los ojos pero cuando él empezó a hablar se dio cuenta de los rasgos perfectamente definidos que tenía y de esa barba de dos días que la volvía loca.
-Bueno, entonces tú querías que hablásemos sobre horarios, precios y demás ¿no?
-Si, -Respondió ella tímidamente, –me… interesaría sobre todo un horario lo más tarde posible.
-De acuerdo, en ese caso sería de… nueve a diez. ¿Te parece bien?. En cuanto al precio, es el que venía en el anunció no tiene variantes de ningún tipo –sonrió y se mostró aún más apuesto de lo que ya era.
-Esta bien –dijo Laura sonriendo también. Aquel tipo, aunque no le conociera de nada, parecía sacar la cara más alegre de ella.
-Pues bien, si quieres puedes quedarte para la clase que hay ahora o venir ya a la última, yo te lo digo para que no pierdas más tiempo hoy entre que te vas y luego vuelves de nuevo.
-Vale, vale, me quedare a la de ahora –sus mejillas se encendieron. Se sentía como una colegiala al sentir la presión del primer amor en sus mejillas.
-Bueno, pues puedes acomodarte en el salón, allí se darán las clases –dijo él mientras la invitaba a levantarse y a seguirle.
La casa esta decorada con suma exquisitez. Cuadro modernos pero bellos, no una de esas muestras de arte moderno en la que se malgasta un lienzo en blanco para poner un punto negro en el medio. Los colores que decoraban las paredes eran un verde lima y una categoría de naranja que se enlazaba perfectamente con el verde intercambiándose con él en algunos lugares. Los muebles del salón eran muy modernos, pero al igual que los cuadros, muy hermosos. En una de las paredes laterales de la habitación había una gran y hermosa chimenea que daba luz y calor a toda la estancia.
Se sentaron en un sofá pegado a un pequeño balcón cerrado y se quedaron allí, solos, en aquella hermosa habitación, sin saber que decir.
-Perdona por no presentarme, soy Álvaro –se acercó y le dio dos besos y justamente en el momento en que su cara rozó la de Laura su cara también se encendió, al igual que la de ella.

martes, 17 de febrero de 2009

Una historia de amor más (Parte I)



El invierno del 96 fue uno de los inviernos más fríos que se puedan llegar a recordar. En el mes de Diciembre toda la ciudad se preparaba ya para la navidad. Los árboles vestían sus atuendos de brillantes luces y en las calles sonaban ya los ecos de los villancicos del año anterior atraídos por la proximidad de la navidad.
Una chica pelirroja observaba caros anillos en un escaparate cuando una voz la sobresaltó.
–Laura, ¿Qué haces ahí?
La llama pasional que afloraba en los ojos del muchacho cada vez que le dirigía una mínima palabra dejaba bien claro el amor que sentía por ella. Ella se apartó del escaparate y se dirigió su mirada rápidamente hacia un árbol que se encontraba ya emblanquecido por los copos de nieve que caían continuamente sobre él. Rodeó su cintura con sus brazos y la atrajo hacía si.
-¿Qué hacías aquí?, Saludo a unos amigos, me despisto un momento y ya no estás.
-Nada es que había visto este árbol y no sé… me gustó.
Se puso colorada por la tontería que acababa de decir, fue lo primero que le vino a la cabeza.
-Ya… claro –él apretó su mejilla contra su suave pelo y le inundó el olor a fresas de su champú, –Vamos, ya casi es la hora.
Ambos se dieron la vuelta y comenzaron a andar de nuevo.
Cuando llegaron al restaurante les sentaron en una mesa al lado de la ventana desde la cual podían observar como la nieve iba cubriendo muy lentamente la calzada y le daba un toque romántico a la ciudad.
-Bueno… ¿Cuál es la gran noticia que tenías que darme? –dijo ella.
-Cenemos primero y… luego ya te lo contaré –dijo él mientras sonreía.
-Vamos Julio, dímelo, sabes que odio que me dejes con la miel en los labios –le cogió de la mano y se acercó un poco más a él besándole en la mejilla.
-No –dijo él sonriendo –Después de la cena.
Transcurrió la noche lentamente mientras cenaban hasta que por fin llegó el momento en que Julio tuvo que contarle su pequeño secreto.
-Veras… ¿Te acuerdas de aquel trabajo que hace un par de meses pedí en el extranjero? -su sonrisa no menguaba un ápice mientras hablaba, –Pues bueno, me lo han dado, me voy a Cardiff en Enero, nada más acabe la navidad-.
-¿Si? –Laura se acercó de nuevo a él y le besó mientras él no podía quitar la sonrisa de su cara.
Pagaron y se fueron a dar un paseo por las frías calles mientras aún quedaba algo de gente por la ciudad. Se mantuvieron en silencio un rato hasta que Julio lo rompió.
-¿Sabes que te visitaré por lo menos un par de veces al mes verdad?
La atrajo un poco más hacía si al notar que ella temblaba un poco. La temperatura no paraba de descender.
-Si, aunque yo también te visitaré cuando pueda. No sólo debes ser tú quién viaje para verme-.
Él sonrió y elevó su mentón para mirarle directamente a los ojos, en los que distinguió de nuevo aquel brillo que siempre le indicaba el amor que se profesaban, y la besó lenta y dulcemente.
La noche pasó lenta y sin prisa. La luna, observadora del vals de los amantes durante el anochecer, no se encontraba sola en el cosmos, sino acompañada al abrigo de las estrellas, curiosas aprendices de los amantes y la luna.
Los días, al contrario, pasaron rápidamente, sin dudar un instante, restándoles horas de amor a los amantes, crueles sufridores del tiempo y de su suerte.
Llegó el día de fin de año. Aquella noche, Laura, Julio y sus amigos habían montado una gran fiesta para despedir aquel año que se llevaría consigo recuerdos buenos y malos, momentos inolvidables y otros que, aunque se pidiera su olvido, quedarían grabados en su mente. La fiesta se había organizado en una pequeña casa rural a las afueras de la ciudad.
Mientras todos bebían, reían y disfrutaban Laura salió al porche a observar la noche, el blanco fulgor de la luna iluminándolo todo.
-¿Qué haces aquí sola? Lo que yo diga, siempre que me despisto acabas desapareciendo –dijo Julio mientras reía y acariciaba su cuello.
-No es nada, simplemente es que me gusta ver la noche, es muy… misteriosa y… romántica ¿no? –dijo ella mientras se volvía hacia él.
-No lo sé, ahora mismo únicamente puedo mirarte a ti, no a lo demás –la besó de nuevo pero esta vez pasionalmente, una manera más personal de dejar su marca en ella antes de marcharse.
Tras aquel día el resto pasó aún más rápido que los anteriores hasta que llegó el día en que debería irse.
Llegaron al aeropuerto a las diez de la mañana, todos se despidieron dejando un breve entresijo entre sus recuerdos para aquel momento en especial.
Unos besos vacíos fueron el último recuerdo de despedida que tuvo Laura de Julio. Para Julio, al contrario que para Laura, el tiempo había hecho mella en ellos dejando entrever sus defectos, por lo que “necesitó” de la compañía de otra chica para poder soportar su relación con Laura. Ella ya se había dado cuenta de lo que sucedió poco después de la noche de fin de año cuando encontró un colgante con el nombre de otra mujer en una caja escondida en uno de los cajones de la casa de Julio. Desconocía su nombre y su cara pero, ¿acaso importaba?, el hecho estaba ahí, y eso no podía cambiar.
Después de todo aquel tiempo había llegado el momento de decirle adiós para siempre muy a su pesar.
Cuando intentó volver a besarla ella le detuvo.
–No lo hagas por favor.
-¿Qué? –contestó él extrañado por sus palabras.
-Ya sé que te estas viendo con otra así que… déjate de explicaciones estúpidas y excusas. Yo… pensé que tú nunca serías capaz de eso, pero poco a poco he podido ver de lo que eres capaz –No le dejó decir ni una sola palabra porque sabía que si él hablaba al final acabaría convenciéndola de alguna manera y ella no pensaba ser como una de esas estúpidas mujeres que dan otra oportunidad a un hombre que las ha engañado, bastante había tenido ya con sus anteriores experiencias.
Cuando Julio se marchó dejó atrás a Laura y todos sus amigos. Dejó atrás un pasado y se encaminó hacía un futuro incierto.