martes, 24 de febrero de 2009

Una historia de amor más (Parte III)



Se quedaron de nuevo en silencio un breve momento hasta que Laura rompió el silencio.
–Tienes una casa muy bonita. ¿La has decorado tú?, ¿O… tal vez tú novia? -dijo ella muy perspicazmente.
-No, soy soltero, la casa la decoré yo solo, y gracias, es un halago que una chica tan guapa como tú me diga eso –de nuevo sonrió y las defensas de Laura volvieron a caer. Se mantuvieron así, entre silencios incómodos y conversaciones estúpidas hasta que por fin llegó la hora de comenzar la clase, la cual fue mucho más interesante de lo que ella se esperaba.
-… los personajes no deben ser personajes carentes de vosotros, tienen que ser una extensión de vuestro propio ser, tienen que tener un toque personal que los diferencia a la hora de actuar de lo que otros harían ya que sino todos los personajes serían iguales y la literatura carecería de interés personal –aquella fue la frase con la que acabó la clase.
Laura no pudo apartar su mirada de la de Álvaro durante toda la clase, al igual que a intervalos Álvaro la miraba fijamente y sonreía. Se levantó y se acercó para despedirse –Ha sido una clase muy interesante y… -no supo como continuar la frase –bueno, pues… entonces ya nos veremos el miércoles a última hora. Hasta luego.
-Hasta luego y… gracias –dijo él a su vez mientras le sonreía de nuevo.
Cuando Laura fue a salir a la calle se dio cuenta de que estaba lloviendo y de que no tenía paraguas, generalmente eso no le abría importando pero la manera en que llovía, tal que ni siquiera podía siquiera ver el edificio de enfrente, hizo que prefiriese quedarse esperando dentro del portal. Paso el tiempo y no paraba de cesar la lluvia, por fin se decidió a salir pero entonces una voz la llamó.
-¿Todavía estás ahí? –Álvaro bajaba por las escaleras con una bolsa de basura.
-Si, es que… no he traído paraguas y estoy esperando a ver si para un poco de llover.
Él asintió y a continuación se acercó a ella y le preguntó -¿Hacía donde vas?
-Pues… -se había quedado en blanco –a por mi coche, que está a unas dos calles de aquí.
-Bueno… espera un momento –soltó la bolsa de basura en el contenedor del portal y subió escaleras arriba a toda prisa. Unos segundos más tarde se encontraba de nuevo en el portal.
–Aquí tienes, –dijo mientras le tendía un paraguas, –pero devuélvemelo la próxima vez eh?
-No, gracias pero… no quiero molestarte ni nada, esperare, además seguro que luego te hará falta y no lo tendrás-.
-Esta bien, entonces te acompañare.
Abrió su paraguas, la atrajo hacía si y ambos salieron hacia la lluvia, que golpeaba el paraguas fuertemente.
-¿Dónde está? –le preguntó él, siempre risueño.
-Pues… -Laura le fue indicando el camino bajo aquella tormenta, -¿Pero tú no tienes clase ahora?
-No, doy una hora si y otra no, para prepararme la siguiente clase.
Ambos sonrieron y continuaron andando bajo la lluvia hasta llegar al coche.
-Bueno, gracias y, perdona por haberte molestado –dijo Laura de nuevo ruborizada.
-No me has molestado en absoluto. Además… esto no lo hago por cualquiera –sus ojos adquirieron un brillo especial que hizo que Laura no pudiera decir ninguna palabra.
-De nuevo gracias y… perdona, aunque no te haya molestado –dijo ella cuando se encontró de nuevo en su cuerpo. Metió la mano en su bolso y sacó las llaves, con las que abrió la puerta. Cuando se montó en el coche le echo una última mirada y le dedicó una sonrisa que él correspondió con otra suya.
Cuando llegó a su casa no pudo sino saltar de alegría y sonreír, sonreír todo lo que pudiese. Sin embargo se detuvo durante un instante y se puso a pensar, no podía volver a caer en lo mismo, no podía volver a caer en las redes de otro hombre que la engañase de nuevo pero… es que parecía tan perfecto…
A pesar de esos pensamientos lo único en lo que pensó fue en su cara, tan perfectamente definida y con esos rizos…
Cuando llegó el miércoles de nuevo estaba lloviendo. Ella sonrió acordándose de lo ocurrido dos días antes. Subió al piso y tocó la puerta. Él la abrió y al verla de nuevo le mostró aquella hermosa sonrisa.
–Vaya, has llegado cinco minutos antes.
-Oh bueno –ella sonrió estúpidamente –esperaré abajo a que sea la hora.
-No, no. Pasa por favor –le dijo él.
-Esta bien. Por cierto, gracias por lo del otro día, si no hubiera sido por ti tal vez habría estado esperando un par de horas ahí abajo.
-No hay de que.
A pesar de que ella llegó cinco minutos antes no pudieron estar mucho tiempo solos ya que el segundo alumno llegó también un poco antes de la hora, lo cual Laura maldijo.
Cuando estuvieron todos comenzó la clase.
-Bueno, bienvenidos a todos. Hoy comenzaremos hablando de lo que es el amor. Comenzaremos describiéndolo. Amar es necesitar estar con otra persona. Pero claro, hay muchos tipos de amor, el fraternal, el maternal pero el que a nosotros nos interesa es el amor sensual, aquel que estimula los sentidos hasta llegar a tal punto que hace que necesites poseer a otra persona, en cierto sentido, hace que sientas la necesidad de que esa persona te pertenezca. Bueno, esa es mi definición del amor, cada uno puede tener una y por eso, quiero que me deis vuestras definiciones –y justamente en ese momento miró a Laura, quién rezó a todas las vírgenes para que no le preguntase a ella, –Laura, ¿Quieres empezar tú?
-Bueno… pues yo… la verdad es que… no tengo una definición muy distinta de la que tienes tú la verdad.
-Vaya, muy breve ¿no? –dijo él –Pero bueno….
La clase continuó y Laura se sintió como una estúpida por haber dicho eso.
Cuando se terminó y todos se hubieron marchado esta vez fue Álvaro quién se acercó a ella y la miró a los ojos delatando de nuevo aquel brillo, -¿De verdad tienes mi misma definición o solo fue una manera rápida de eludir mi pregunta?
-No, en serio, es que pienso igual que tú con respecto a eso-.
Él la miró de nuevo con sus penetrantes ojos, que por primera vez se volvieron inquisidores –Esta bien, solo quería saberlo-.
Se despidieron y ella se marchó. Una vez en el portal abrió su paraguas y salió pero cuando se disponía a irse Álvaro la llamó.
-¡Espera! –la cogió por el brazo y la atrajo hacia si. –Verás… no me gustaría tener que pasar media semana entera sin verte.
Sus ojos delataron su inseguridad. –O sea que… ¿Te gustaría que fuéramos alguno de estos días a cenar?
Ella sonrió en un principio, pero sus labios se pusieron tensos. No podía volver a caer de nuevo en eso, para que la engañaran, para que ella volviera a ser la estúpida que caía en las redes de un hombre que la engañaría de nuevo.
Antes de que pudiera decirle que sentía no poder quedar con él, elevó su mentón con uno de sus dedos y acarició suavemente sus labios con los suyos provocando un efecto electrizante en su cuerpo. Volvió a acariciarlos de nuevo pero esta vez la besó de verdad. Bajo la lluvia. Reflejando su beso en millones de cristales que componían aquella lluvia que caía a su alrededor y le daba un efecto más romántico a todo aquello. Finalmente Laura soltó el paraguas, el cual cayó al suelo haciendo que ambos se empapasen de agua, y acarició los húmedos rizos de él con sus manos mientras él tocaba sus caderas como antes había dicho en su clase, con deseo. Con el deseo de hacerla suya, sola y plenamente suya.
Cuando se separaron estaban completamente mojados, se miraron fijamente y luego ella lo miró de nuevo y le dijo –Yo… lo siento pero es que… no puede ser. No es que no me gustes, ni que no seas guapo o… pero es que… no puede ser lo siento.
Los ojos de Álvaro reflejaron la decepción que sintió en su interior con esa respuesta pero en su cara no se mostró nada, –Esta bien, no pasa nada. Perdona por abordarte así.
-No pasa nada, en serio –dijo ella separándose de él.
Su pelo estaba empapado y las gotas chorreaban por su cara formando un número ilimitado de ríos. Antes de marcharse dijo una última cosa, y esta vez la mirada de Álvaro no pudo derrumbarla.
–Por cierto, es verdad que estoy de acuerdo contigo en eso del amor. Creo que siempre hay que tener fe en el amor pero… yo ahora mismo atravieso una etapa en la que no puedo creer en nada de eso. Compadezco a aquellos que no ven las cosas tan claras como yo pero a la vez me compadezco de mi misma al saber que no puedo ver ahora mismo las cosas como las ven ellos porque no tengo fe en el amor.
Dio media vuelta y se marchó, acompañada por la lluvia y la oscuridad, crueles testigos del desamparo de los enamorados. Aquella noche no todas las gotas que cayeron fueron de la lluvia, algunas fueron tristes lágrimas de plata vertidas por la luna, espectadora del teatro de los amantes.
Cuando llegó a su casa Laura se desnudó y se dio un baño de agua caliente. Allí estaba ella, sola, desnuda, metida en una bañera de agua caliente mientras escuchaba el repiquetear de la lluvia contra los cristales, sola, sola, sola… aquella era la palabra clave. Estaba sola, realmente quería a Álvaro, ¿o no?, ya no podía fiarse de sus sentimientos pero él parecía tan galante y tan buena persona…. De repente una luz cegadora seguida de un trueno hizo que la luz en la casa desapareciese. Ahora además, estaba sumida en la oscuridad. Sumida en la oscuridad de la ignorancia y de la falta de fe.

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