miércoles, 25 de febrero de 2009

Una historia de amor más (Parte IV)



Unos golpes en la puerta de la casa despertaron a Laura de su plácido sueño a la mañana siguiente. Cuando abrió la puerta se encontró a un repartidor con un enorme ramo de violetas. Lo cogió, le dio una pequeña propina al repartidor y leyó la tarjeta que había escrita:

Déjame hacerte creer de nuevo.

Laura sonrió de nuevo para sí. Ahora todo su negativismo la abandonó dejando paso a una oleada de esperanza. ¿Existían aún los príncipes azules? ¿Sería el suyo Álvaro?
A las once de la mañana la intermitente señal del teléfono sonaba en la casa de Álvaro.
-¿Si, dígame?
-¿Qué te parece vernos el viernes por la noche?
Álvaro sonrió mientras escuchaba aquellas palabras.
-No sé si podré esperar tanto para verte, pero lo intentaré.
Por fin llegó el viernes y pudieron verse. A diferencia de toda la semana aquella noche la luna lo iluminaba todo. No se vislumbraba una sola nube en el horizonte y la noche era suya, suya para iluminarla con su blanco esplendor.
Se vieron en un restaurante que se encontraba en lo alto de una colina y algo alejado de la ciudad pero la verdad es que merecía la pena ya que sin tanta luz como producía la ciudad podían verse las estrellas perfectamente.
Aquella noche se había rizado sus pelos, haciendo que pequeños bucles de pelo cayesen por su cuello y su espalda, y se había puesto aquel vestido blanco abierto por la espalda y que le llegaba por los tobillos y que todo el mundo le decía que le quedaba muy bien. Se había puesto unos pendientes no muy largos de plata y se había pintado con colores no muy fuertes, no le gustaba destacar por ellos, más bien le gustaba destacar por su propia belleza.
Entró en el restaurante y preguntó por su mesa, se dirigió hacía la terraza y allí estaba esperándole él, tan arreglado, con sus perfectas facciones, su perfecto pelo y aquellos ojos que la observaban de arriba abajo mostrando una gran sorpresa que se tradujo en su boca por una grata sonrisa.
-Vaya, nunca pensé que pudieras estar aún más hermosa –dijo él mientras se levantaba para darle un par de besos aunque tuvo que aguantar el impulso de besarla apasionadamente en la boca cuando sus labios rozaron la mejilla de Laura.
Los primeros minutos pasaron rápidamente a pesar de que ambos estuvieron callados, sonriendo, y mirándose fijamente mientras no podían eliminar aquella sonrisa de sus respectivas caras.
-Veo que al final conseguí hacerte cambiar de opinión –dijo él mientras se regocijaba para sus adentros.
Ella simplemente sonrió como respuesta.
El tiempo ahora, por el contrario, pasó lentamente. No hablaban porque realmente no sabían de que hablar.
-¿Te puedo hacer una pregunta personal? –dijo finalmente Álvaro.
Ella asintió.
-¿Por qué me dijiste que tenías una falta de fe? ¿Qué es lo que te pasó para que digas eso?
Esta vez ella sólo sonrió levemente, con ironía. ¿Cuantas veces debería contar aquella historia?, Tal vez esta fuera la última vez que debía de hacerlo.
-¿Por qué te interesa?
-Porque siempre me interesa conocer la historia de las personas con las que estoy –le cogió la mano y la miró con ojos suplicantes.
-Esta bien….

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Bueno, esta historia comienza un trece de Agosto, tres días antes de mi cumpleaños. Ya fuera por suerte o por desgracia del destino acabé conociendo a alguien por parte de una amiga. Esta persona parecía hecha para mí, mis mismos gustos, un tipo de personalidad que adoraba y un físico igualmente espectacular, creo que aún me cuesta creer que llegara a conocer a una persona que, aunque solo fuera aparentemente, tuviera todas las cualidades de la persona que siempre he buscado.
En simplemente tres días esa relación amistosa torno en amorosa aunque realmente creo que nunca fue amistosa.
Cuando hablábamos nos mostrábamos como personas tímidas pero que cuando llevábamos un cierto tiempo hablando comenzábamos a soltarnos. Se mostraba como una persona gentil, sincera y honesta.
El día de mi cumpleaños pasó rápidamente acompañado de una cena con los amigos en la que eche en falta a alguien aún más especial que ellos.
Para desgracia mía tuve que irme de viaje durante diez días en los que pensé continuamente si él habría conocido a alguien nuevo. ¿Pero verdaderamente cómo podía sentir algo por una persona a la que realmente no sabía si conocía? No sabía si verdaderamente me había enamorado de una persona fingida o de una persona real.
Cuando volví de mi viaje continuamos viéndonos y quedando, aún “como amigos”, aunque estaba bien claro lo que ambos sentíamos el uno por el otro.
Un día mientras caminaba por la calle le ví tonteando con otra chica y te juró que en ese momento me entró… no sé ni como explicarlo pero te diré simplemente que me sentí como si me hubiera tragado una copa de cristal que rasgara mis entrañas. Cuando un par de días más tarde hablamos le reproché que estuviera tonteando con esa chica. Él me dijo que yo no tenía ningún derecho a decirle aquello, que no éramos novios ni nada parecido, que me mantuviera al margen porque yo no tenía ningún lazo especial con él. En ese momento no recuerdo muy bien que fue lo que se me pasó por la cabeza solo sé que en ese momento sentí un profundo dolor en el pecho y supe que por fin entendí el significado de la expresión Que te rompan el corazón. Siempre lo había tomado como una manera demasiado exagerada de describir el amor sin embargo en aquel momento no me pareció así. Me di la vuelta y me marché con el corazón encogido en un puño.
Aquella noche lloré y lloré pero no conseguía eliminar aquel sentimiento de dolor que me carcomía en mi interior haciendo que me retorciese y pidiera que aquello terminara. Me sentía como si me hubieran seccionado parte del corazón y lo hubieran dejado abierto, sangrando, muriéndose. Finalmente conseguí dormir aún con las pestañas mojadas por las últimas lágrimas vertidas.
A la mañana siguiente me sentí mucho mejor aunque eso no eliminaba el sentimiento de vacío que había en mi interior, creciendo cada vez más.
Los días pasaron y pasaron y yo me sentía cada vez más carente de vida, manejada como una marioneta

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