lunes, 9 de marzo de 2009

Una historia de amor más (Parte VIII)



-¿Qué... haces aquí? –preguntó tímidamente él.
Ella entró sin esperar ningún tipo de invitación y se dirigió directamente al despacho. –He venido para pagarte este mes ya que no voy a asistir al resto de clases.
Él la siguió. –No hace falta que me lo pagues.
-No me hace falta tu caridad, gracias.
-¿Por qué estás enfadada? –preguntó finalmente él.
-¿Aún me lo preguntas? –casi gritó ella.
-Nunca dejamos claro que esto fuera una relación duradera y estable.
Ella simplemente indignada y sintiéndose como una estúpida, ya que tenía razón en lo que decía, dio media vuelta para marcharse pero Álvaro le cortó el paso.
-Déjame pasar.
-Además te dije la verdad. ¿Acaso hubieras preferido que te hubiera mentido?-.
Ella no supo qué responder.
-Déjame pasar –dijo ella mientras intentaba franquearle.
Él la cogió de las manos y la miró fijamente a los ojos. –Dime, ¿Acaso hubieras preferido que te mintiese?
-¿Entonces a que viene tanto interés?, ¿Tanto interés por pasar simplemente una noche? Creo que con todas las cosas que has hecho y dicho me dejaste bien claro que era alguien especial.
-Y lo eres. Nunca pienses que no eres especial porque sí lo eres, independientemente de que otros lo sepan o se den cuenta.
-¿Pero entonces por qué te vas? –Dijo ella con una mirada suplicante, –Nadie me había hecho sentir como tú lo haces durante mucho tiempo.
-Porque es el momento de que me marche. Las cosas nunca se están quietas, evolucionan continuamente y cambian. Y con esto me refiero a las personas, a las relaciones que mantienen. Nunca se puede asegurar que una relación entre dos personas, ya sea amistosa o amorosa, pueda durar para siempre porque pueden suceder muchas cosas, cosas que hagan evolucionar a uno y dejar atrás al otro. En ese preciso instante llega la hora en que deben separarse. La gran mayoría nunca comprende esto y por eso siempre se encuentra pasándolo mal cuando llega el momento en que deben separarse. –soltó sus manos y dio media vuelta.
-¿Acaso es que no sientes absolutamente nada por mí?
-Laura no lo entiendes, es todo lo contrario. A mi me duele el tener que marcharme pero comprendo que debo marcharme. –Ahora se acercó a ella y acarició sus cabellos carmesí. –Tú, Laura, eres como una amapola. Hermosa y delicada flor entre el salvaje y duro paisaje. Aún no has florecido y esperas a que tus pétalos se abran por la fuerza del viento, no por ti misma. Comprende esto por ti misma Laura, y florecerás.
Acto seguido besó sus labios delicadamente dejando en ellos parte de su recuerdo.
Cuando Laura fue a salir de la habitación, aún sin saber si para marcharse o simplemente para recobrarse, Álvaro le dijo –Aún no me has dicho como se llamaba.
Esta vez Laura no sonrió.
Ella se volvió y se observaron mutuamente. Durante un instante el concepto de tiempo no existía y el suave susurro de la brisa entrando por la ventana sonaba como una tormenta.
-Ven mañana a mi casa. Quiero enseñarte una cosa.
Y dicho esto Laura se marchó sin decir una palabra más.
Dicho y hecho. A la mañana siguiente Álvaro se encontraba en su cocina tomando un café mientras Laura rebuscaba en su armario. Cuando volvió traía un papel en sus manos.
-Toma. Léelo.
Álvaro cogió el papel y lo leyó.

Oigo el mar que arrastra tu sentir,
que mece tus suspiros,
como una barca de ternura.
Oigo tu corazón,
que bombea sentimientos
y espera caricias en tu piel.
Oigo tu voz que me hace temblar,
oigo tu amor que me hace morir.

Cuando Álvaro la miró y fue a decir algo ella le interrumpió.
-¿Porqué te interesa tanto mi historia?
-Ya te lo dije.
Laura sonrió.
–Me refiero al verdadero motivo. No creo que sea simplemente por… conocer una historia sin más.
Álvaro se mantuvo callado unos instantes y luego respondió.
–Tienes razón. Está claro que nadie quiere conocer una historia sin más. Siempre se tiene algún motivo.
-¿Y cual es el tuyo?
-¿El mío? –levantó levemente la comisura de los labios. –Yo estuve hace bastante tiempo con una chica que me trató fatal y me engañó muchísimas veces. Cuando lo dejé con ella estuve un tiempo solo pero luego volví a tener novia. Quise contarle lo que me había ocurrido con mi ex novia pero simplemente me dijo que no quería escucharlo. Sé que es algo natural que no quieras escuchar los romances de tu novio con otras personas pero si tu novio necesita hablar de eso ¿Acaso debes hacer caso omiso y preferir no escucharle por sentirte bien? –De nuevo se calló un momento y luego prosiguió, –Después de eso no he estado con nadie hasta conocerte a ti. Cuando te conocí en seguida supe que tenías algo guardado ahí adentro que no querías sacar y que preferías no verlo y el hecho de no querer aceptar eso y superarlo acabará por ir carcomiéndote por dentro y creo que nadie se merece eso. Y menos aún tú.
-Vaya… si te digo la verdad, nunca pensé en una cosa así la verdad.
-Bueno, pues ahora ya conocer mis motivos. No quiero que una persona como tú, tan especial, pierda eso que la hace tan especial y única.
Álvaro dio un sorbo a su café y de nuevo volvieron al tema que les ocupaba desde un principio. Cogió el papel y lo leyó de nuevo.
Laura por fin se explicó.
-Esa fue la primera y única poesía que me han escrito. Como podrás ver no es que sea una gran maravilla pero bueno, siempre la quise guardar como el recuerdo de un amor que pudo haber sido y no fue.
-¿Puedo saber por qué no fue?
-Bueno, ya que te he contado toda la historia creo que es hora de que la termine ¿no?

No hay comentarios: