martes, 16 de diciembre de 2008

Relato de un amor ignorante

Un video de música para acompañar a este relato mientras lo leeis.






Pip…, pip…, pip….
El sonido de aquella máquina marcando el pulso de Miguel llenaba la estancia. Fuera llovía, pero eso carecía de poca importancia en ese momento. José apretaba con fuerza la mano de Miguel mientras miraba fijamente al médico. Al fin este habló:
-Yo… me temo que… lo que padece Miguel no es gripe….
José apretó con más fuerza la mano que sostenía, la cual temblaba levemente. Miguel miró al médico:
-Dígamelo claramente.
-¿Sin… anestesia? –repuso el médico.
Miguel asintió.
-Me temo que estas infectado de VIH. La mayoría de las personas recién infectadas con VIH experimentan síntomas "similares a los de la gripe" durante esta etapa. Estos síntomas que, generalmente duran pocos días, pueden incluir fiebre, escalofríos, sudores nocturnos y erupciones en la piel.
Miguel ni se inmutó cuando escuchó todo eso, ni siquiera notó cuando José soltó su mano y salió de la habitación con los ojos encharcados en lágrimas.
El médico posó su mano sobre el hombro de Miguel, -Lo siento mucho., Y dicho eso se marchó.
Laura, la hermana de Miguel se acercó a él y le pasó el brazo por encima de los hombros y le besó en la frente mientras intentaba contener aquellas lágrimas que intentaban escapar. Sin embargo él no pudo contenerlas y lloró desconsoladamente mientras su pulso se aceleraba cada vez más. Finalmente le dieron unos calmantes y cayó dormido aún con los ojos húmedos de haber llorado.
La luna restó protagonismo al sol poco a poco y finalmente anocheció dejando un manto estrellado.
Laura al notar que José no volvía salió a buscarle. Lo encontró en la puerta del hotel sollozando.
-¿Qué haces aquí?
-No… no puedo entrar. No puedo mirarle a los ojos después de lo que he hecho. Esta así por mi culpa.
Laura lo miró con repugnancia.
-No puedo creerlo. No te voy a negar que te odie porque sí, te odio, por tu culpa mi hermano morirá irremediablemente, pero lo que más me cabrea es que seas tan cobarde y tan gilipollas de no poder entrar en esa habitación y decirle cuanto lo sientes, decirle que le acompañarás en el duro camino que le espera, decirle que le quieres, decirle… decirle que estarás siempre que él lo necesite.
Él la miró con tristeza en sus ojos.
-Lo siento, pero… no puedo.
Dio un paso, luego otro, y otro, y sin darse cuenta echó a andar dejando atrás al que él había creído como el amor de su vida, la persona por la que lo daría todo.
La lluvia lo caló por completo aunque apenas la sintió ya que ya estaba calado por el dolor y la culpabilidad, y por lo más importante, por la cobardía.
Laura observó como José se marchaba sin dar crédito a lo que estaba viendo. Cuando por fin volvió en si y noto que se estaba mojando entró de nuevo al hospital y pensó la manera en que debería decirle que José se había marchado. Cuando entró en la habitación le observó, aún dormía. Decidió que se lo diría al despertar, le dejaría ser feliz durante un poco más de tiempo. Le dejaría ser feliz en su ignorancia. Esbozó una sonrisa y acarició sus cabellos....

Porque a veces la felicidad más pura es aquella que nos proporciona la ignorancia.

2 comentarios:

Elrond dijo...

Gran acierto el poner la música.

El relato es muy triste, pero sin la música no hubiera tenido el mismo efecto de lagrimilla que ha tenido en mí...

Un abrazo^^

Anónimo dijo...

que triste
pero me ha gustado muchoo
me ire pasando mass ^^
bsss =)
nereaa