El tiempo

La noche comenzaba a caer lentamente haciendo que el horizonte se tiñiese de un color naranja y rosado. El aire invernal entraba por la pequeña rendija de aquella ventana abierta.
-Tranquilo, habrá otras oportunidades. Habrá otras personas. Todavía somos jovenes, tenemos tiempo.
Yo negué con la cabeza.
-No, no lo tenemos -susurré.
-¿Cómo?
-No somos jovenes, no tenemos tiempo. Todo esto no es más que un suspiro, no dura más que el aleteo de una mariposa. No somos jovenes porque nunca llegamos a serlo totalmente.
-¿Por qué dices eso?
-Porque únicamente estoy seguro de que esto es lo que hay. No sé si habrá algo después, nadie puede asegurarlo. Por eso te digo que no tenemos tiempo, que debemos aprovecharlo y que yo no lo hago.
-¿Cómo que no lo aprovechas?
-Miles de personas obtienen la satisfacción de acostarse con quienes quieren sin ninguna atadura, sin ningún sentimiento más. Obtienen lo que quieren rápidamente mientras que yo no puedo. Yo no puedo hacer eso, mi personalidad no va con eso, ojala yo fuera así. Sin embargo, yo tengo que esperar y esperar a que algún día me cruce con alguien que cumpla mis expectativas, expectativas que van más allá de esto, de ti y de mi. No es justo. El tiempo se me escapa de los dedos y yo no puedo retenerlo, no puedo pedirle que se detenga un instante para esperarme...
Él siguió conduciendo en aquel manto de oscuridad mientras yo contibuava divagando para mis adentros.